Kim Kardashian apostó por un color eternamente chic y que nunca pasa de moda, el negro, para asistir a la apertura del restaurante RYU en Nueva York, propiedad de su cuñado Scott Disick. Kim lució un vestido peplum de la colección Resort 2012 de Givenchy, zapatos cap toes de Christian Louboutin y una cartera de mano Bottega Veneta.
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