Para las adolescentes, la primera consulta suele generar vergüenza y miedo a lo desconocido.
Sin lugar a dudas, una de las cosas que más alarma a las jovencitas es su primer encuentro con un experto en ginecología, y se trata de una cuestión que con el paso del tiempo adquiere una importancia vital. Quizá haya que decirles a ellas que de recién nacidas tienen su primer examen ginecológico, cuando el neonatólogo revisa los genitales de la niña para evaluar su normalidad y buen funcionamiento.
En las pequeñas, las revisiones se convierten en algo normal, ya que en la mayoría de las veces no genera problemas. Pero para las adolescentes, la primera consulta suele generar vergüenza y miedo a lo desconocido.
El asunto comienza a complicarse entre los 11 y 12 años, cuando la gran mayoría de las jóvenes tiene su primera menstruación, y "es en esta etapa cuando se recomienda la primera visita", señalan los doctores. Este primer contacto "servirá para que la niña tenga información y se establezca comunicación con el ginecólogo, con el fin de orientarla sobre los cambios en su cuerpo, la menstruación, el crecimiento de las mamas, el síndrome premenstrual y muchas dudas que se plantean las jóvenes", explican los ginecólogo.
Y "es fundamental que antes de llevar a la adolescente a la consulta, los padres, particularmente, la madre, hable con ella y le explique la importancia de este encuentro médico, "para evitar sentimientos de miedo y vergüenza debido a una mala información". En esta primera cita se le realiza un examen general a la joven, que consiste básicamente en medirla, pesarla y platicar para estrechar lazos de comunicación y no necesariamente se examinan los genitales".
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